Comportamientos racionales vs Comportamientos instintivos

29.01.2021

¿Mal comportamiento o respuesta del sistema nervioso?

Comprendiendo la diferencia para apoyar de forma consciente a niños y adolescentes

En este nuevo artículo de Crianza con Conexión, os voy a hablar sobre un tema que descubrí de la mano de Stuart Shanker y Mona Delahooke, y cuya comprensión me parece crucial cuando hablamos de Crianza Consciente y de Neuroeducación: la diferencia entre los comportamientos conscientes o racionales y los comportamientos instintivos derivados del estrés. 

En varios artículos de este blog ya hemos hablado de las distintas partes del cerebro y sus funciones, y de la necesidad de entender nuestra neuroanatomía y la de los niños para poder mirar más allá del síntoma, de la etiqueta y de los comportamientos, y comenzar a poner el foco en el sistema nervioso autónomo y los estados fisiológicos. 

Porque mirar más allá de los comportamientos supone fijarnos en los comportamientos no sólo desde un punto de vista cognitivo e intencional, encontrando sus orígenes en el cerebro racional y consciente del niño ("el niño quiere portarse mal"), sino a través de una mirada más holística que tenga en cuenta la conexión cuerpo-mente: gran parte de los comportamientos disruptivos de los niños son debidos a reacciones automáticas corporales (subconscientes e involuntarias) que no involucran al cerebro racional (no intencionales) sino que emergen del impulso instintivo de protegerse y de su necesidad de volver a sentirse seguros.

"Esta dinámica comunicación bidireccional entre las estructuras cerebrales y los órganos corporales influye el estado mental, condiciona la percepción del ambiente, prepara al individuo para ser amable o para defenderse de otros" 

Dr. Stephen Porges

Las emociones (y los comportamientos), tanto en adultos como en niños, se generan a partir de dos procesos diferenciados según el origen de los mismos: 

  • los procesos de abajo hacia arriba (bottom up processes): son procesos neurofisiológicos arraigados en nuestros sentidos que van a impulsar respuestas viscerales inmediatas y subconscientes (no voluntarias) asociadas a estímulos internos o externos (como las que tenemos cuando escuchamos un ruido inusual e imprevisible o cuando aparece un coche de repente mientras cruzamos la calzada). Son respuestas de estrés conectadas con el mecanismo de supervivencia de lucha o huída con el que todos nacemos.
  • los de arriba hacia abajo (top down processes): son procesos neurocognitivos asociados a nuestros pensamientos y raciocinio que son voluntarios y conscientes: hay un estímulo, nuestros patrones de pensamiento crean una charla interna usando lo que ya sabemos para poder entender lo que percibimos y, posteriormente, nos comportamos de acuerdo a nuestros pensamientos y comprensión sobre lo percibido. Por ejemplo: Cuando divisamos un perro suelto que se acerca, analizamos qué tipo de perro es, si es o no peligroso. Nuestro cerebro usa la información que tiene sobre nuestras experiencias previas con perros similares y, en función de ellas, decidimos si vamos a continuar caminando tranquilamente e incluso acariciar al perro, o si vamos a dar un gran rodeo para evitar cruzarnos con él. Este proceso de arriba hacia abajo se dará siempre y cuando no tengamos fobia a los perros, porque de lo contrario la reacción sería más visceral e instintiva, un proceso de abajo hacia arriba debido al estrés y la neurocepción de peligro. 

Comos los adultos tenemos completamente desarrollado nuestro cerebro y todas sus conexiones, en la mayoría de los casos podremos acceder a nuestro cerebro racional, tomarnos una pausa y evaluar la situación antes de reaccionar impulsivamente. Y al tomarnos esa pausa y preguntarnos con curiosidad por qué se comporta así el niño en ese momento, nuestro cerebro emocional se tranquilizará, el racional tomará las riendas y podremos ofrecer a los niños la calma, conexión y corregulación que necesitan. 

Sin embargo, como vimos en este artículo sobre la agresividad infantil, el cerebro va madurando e integrándose paulatinamente, de abajo hacia arriba, siendo el neocórtex - centro del pensamiento racional que nos permite pensar antes de actuar y controlar nuestras emociones y comportamientos- la última parte del cerebro en desarrollarse. De ahí que la mayoría de los comportamientos de los niños y un buen porcentaje de los comportamientos de los adolescentes sean reactivos e impulsivos y no puedan resolverse con charlas, lecciones, lógica, consecuencias o castigos. 


¿Y cómo afectan estos distintos procesos al comportamiento de los niños?

Mona Delahooke, doctora en psicología americana y autora del magnífico libro "Más allá de la conducta: cómo usar la neurociencia y la compasión para entender y solucionar los problemas conductuales de los niños", afirma que, después de años de experiencia y práctica clínica con niños neurodivergentes y niños con problemas de comportamiento, resulta imprescindible poder diferenciar entre comportamientos de arriba hacia abajo (top-down behaviors) y de abajo hacia arriba (bottom-up behaviors) como punto de partida para poder ofrecerles un apoyo adecuado y soluciones adaptadas a su neurofisiología. Y describe dos tipos de comportamientos: 

"Los comportamientos de abajo hacia arriba son instintivos y no intencionales. Son respuestas de supervivencia ante el estrés y operan a través de la activación del sistema de detección del peligro del cerebro. Los bebés sólo tienen comportamientos de abajo hacia arriba. Se llaman de abajo hacia arriba porque proceden de señales del cuerpo y de las áreas del cerebro que son impulsadas por los instintos. 

Los comportamientos de arriba hacia abajo son deliberados e intencionales. El pensamiento y los comportamientos de arriba hacia abajo se desarrollan a lo largo de muchos años a través de conexiones con la corteza prefrontal del cerebro. Se llaman de arriba hacia abajo porque están literalmente impulsados por la parte superior de nuestros cuerpos, el centro de la 'función ejecutiva' de nuestro cerebro." 

En la crianza y educación convencionales, e incluso en carreras universitarias de educación, trabajo social y psicología, no sólo no se habla de estos procesos ni se hace distinción alguna entre los distintos tipos de comportamientos según su origen, sino que generalmente se proponen métodos cognitivo-conductuales como manera de abordar los distintos desórdenes o dificultades de los niños. Pero si las dificultades y retos de los niños tienen un origen visceral e instintivo, y son fruto del estrés detectado por su sistema nervioso, no sólo no van a ser efectivos ni adecuados, sino que pueden empeorar notablemente los problemas socio-emocionales de los niños. Las amenazas, recompensas, consecuencias, castigos y tiempos de reflexión (tiempo afuera o time out) son prácticas que van a incrementar aún más la alarma del cerebro de los niños y a perpetuar el malestar y los comportamientos disruptivos que se pretenden erradicar. (Especialmente en los niños neurodivergentes, que suelen virar fácilmente hacia "lucha o huída" cuando perciben estrés o cuando sus necesidades fisiológicas o emocionales no han sido atendidas). 

¿Por qué? Porque las conexiones neuronales que nos permiten comenzar a controlar nuestras emociones y comportamientos, establecer una pausa entre el estímulo y la respuesta, entre la acción y la reacción, comienzan a estar operativas entorno a los 4 años de edad, pero no terminan de madurar e integrarse hasta finales de la veintena o inicio de la treintena. Y esta capacidad para la autorregulación emocional se va a desarrollar de forma paulatina (a ritmos diversos según la fisiología y características individuales de cada niño) y gracias a multitud de experiencias de corregulación con adultos comprensivos y empáticos durante los momentos de estrés. 

La capacidad para calmarse nace de la experiencia de ser calmado y acompañado durante nuestras tormentas emocionales desde que nacemos, no de la enseñanza cognitiva de técnicas de autorregulación ni de la aplicación de técnicas de modificación de la conducta. 

Tanto Delahooke como Shanker invitan a madres, padres, profesionales y maestros a reflexionar e investigar las causas que hay detrás de los comportamientos para poder diferenciarlos y cambiar nuestra forma de abordarlos. Los comportamientos de abajo hacia arriba requieren estrategias también de abajo hacia arriba por ser respuestas de estrés desencadenadas por la neurocepción, por la ausencia de capacidades madurativas y/o por las sensibilidades sensoriales del niño. De ahí que debamos responder al niño con comprensión y compasión: escucharlo, validar sus emociones y acompañarlo durante su descarga emocional será la estrategia inicial más efectiva para que pueda volver a sentirse seguro. (Teniendo siempre presente que la seguridad sentida es totalmente subjetiva y que va a depender de las necesidades fisiológicas, emocionales, sensoriales y cognitivas individuales de cada niño.) 

Según el Dr. Porges, tener la oportunidad de jugar y aprender es extremadamente importante para regular los niveles de actividad del cuerpo, siendo crucial -tanto para niños como para adultos- encontrar actividades que nos resulten placenteras y nos aporten calma. De esa forma, podremos regular nuestro cerebro reptiliano -el centro del instinto y las sensaciones- y abordar los comportamientos de abajo hacia arriba de una forma respetuosa y efectiva. Música, arte, animales, conexión, naturaleza y respiración serían algunas ideas, como ya comentamos aquí. 

En el blog de Crianza con Conexión, seguiremos hablando sobre estos procesos mente-cuerpo y sobre las distintas estrategias que podemos usar tanto para lidiar con las emociones y reacciones defensivas - nuestras y de los niños - como para cambiar los patrones de pensamiento que obstaculizan el desarrollo sano y armonioso. Porque la integración de los procesos de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba facilita la conexión entre el cuerpo y el cerebro y nos ayuda a mejorar nuestra salud y bienestar de una forma integral.


Referencias 

Mona Delahooke. "Más allá de la conducta: cómo usar la neurociencia y la compasión para entender y solucionar los problemas conductuales de los niños" (2019)

Stuart Shanker. "Self Reg: How to Help Your Child (and You) Break the Stress Cycle and Successfully Engage with Life" (2017)

Stephen Porges. www.stephenporges.com

Si te interesa este tema y quieres formar parte del cambio de paradigma en la educación y la crianza, no olvides suscribirte al blog o seguirnos en las redes sociales (encontrarás los iconos sociales en la parte superior de esta página). 


Artículos relacionados

10 pŕacticas conscientes para potenciar la conexión y calmar el sistema nervioso 

Juegos en familia para liberar la energía defensiva atrapada en el cuerpo

Crisis emocionales en niños - artículo de Mona Delahooke

Conexión o protección: la clave está en la corregulación