Reflexiones de crianza y educación conscientes: La neurodivergencia como Oportunidad de Crecimiento
Nuestras percepciones determinan nuestras emociones y estados del sistema nervioso, y eso impacta directamente en la forma en que nos relacionamos con los demás, especialmente con los niños y las niñas.
Si vemos a los niños y niñas neurodivergentes (altas capacidades, autismo, hiperactividad, trauma, retos en el procesamiento sensorial, y sus combinaciones) por sus carencias, por sus retos para seguir nuestros protocolos y alcanzar nuestras expectativas, si nos relacionamos con ellos desde la incomodidad, vamos a generar relaciones estresantes que no les ayudarán a crecer ni a desarrollarse de forma equilibrada.
En cambio, si los observamos con curiosidad, entendiendo que simplemente tienen una forma diferente de sentir, pensar, procesar e integrar la información que les llega del mundo, que no son ni peores ni mejores que los demás, que simplemente son diferentes a lo típico, a lo considerado estándar, podremos empezar a descubrir sus maravillosas capacidades, los increíbles aprendizajes que nos muestran y a potenciar su desarrollo integral en base a sus fortalezas e intereses.
Sin embargo, para que eso suceda, debemos mirarnos a nosotros mismos, escuchar a nuestro cuerpo, familiarizarnos con nuestro sistema nervioso, entender nuestro propio ritmo de regulación y cómo afecta a los niños, especialmente a los que tienen sistemas nerviosos más sensibles (No te pierdas esta entrevista sobre mi libro basado en la Teoría Polivagal). Y cambiar la mirada, salir definitivamente del viejo paradigma educativo que gira entorno a niños sentados, quietos, recibiendo una información que no les interesa, con un adulto que impone lo que se aprende y con unas reglas de comportamiento que no respetan nuestras formas diversas de autorregulación.
Los niños neurodivergentes ponen a prueba la calidad de las escuelas y nos piden que les observemos, escuchemos y entendamos con el fin de poder crear espacios educativos realmente interesantes, respetuosos e inclusivos que estén alineados con nuestras necesidades neurobiológicas.
Espacios interesantes, que integren los increíble beneficios de la naturaleza, con relaciones ricas y nutritivas, mucho juego y conexión, mindfulness, neuroeducación, un currículum adaptado a las fortalezas e intereses de los estudiantes y curiosidad, ganas y entusiasmo para cocrearlos junto a ellos.
Ojalá cada vez más escuelas entiendan que los estudiantes neurodivergentes están abriendo el camino para mejorar, de una vez por todas, el sistema educativo.
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